Aleksandr Valtérovich Litvinenko fue un coronel de la KGB, fue llamado a filas en 1980 y en menos de 20 años ascendió de soldado raso a coronel. En 1998 denunció una serie de irregularidades de la Servicio Federal de Seguridad (FSB), convirtiéndose en uno de los máximos opositores del presidente ruso Vladímir Putin. Aludiendo ser perseguido en su propio país, pidió asilo político en el Reino Unido. En otoño de 2001 publica en Nueva York su libro El FSB dinamita Rusia, que sirvió de base para el guión de la película francesa Atentado contra Rusia.Según dijo Litvinenko, investigaba la muerte de la periodista Anna Politkovskaya y más casos de asesinatos y torturas en Chechenia. Dos días antes de su muerte, Litvinenko le dictaba un declaración a su amigo, Alex Goldfarb —quien es también presidente del Civil Liberties Fund de Boris Berezovski—, donde culpaba a Putin de su asesinato:
Por su parte, Vladimir Putin lamentó la muerte de Litvinenko y negó cualquier relación con la misma. El mandatario ruso ofreció la colaboración del FSB en la investigación sobre la muerte de su ex agente, al tiempo que lamentó "su utilización con fines de provocaciones políticas"Quiero agradecer a muchas personas.A mis doctores, enfermeras y el plantel del Hospital que hizo todo lo posible por mí, a la policía británica que está investigando mi caso con vigor y profesionalismo y vela por mí y mi familia.
Quiero agradecer al gobierno británico por cuidarme. Estoy orgulloso de ser un ciudadano británico.
Quiero agradecer al público británico por sus mensajes de apoyo y el interés que ha mostrado hacia mi situación.
Agradezco a mi esposa Marina, que se ha quedado conmigo. Mi amor para ella y mis dos hijos no conoce límites.
Sin embargo, estando aquí puedo oír el aleteo de las alas del ángel de la Muerte.
Podría escaparme de él, pero mis piernas no corren tan rápido como me gustaría.
Por lo tanto, pienso que tal vez es el momento de decir unas cosas a la persona que es responsable de mi actual situación.
Podrá lograr silenciarme, pero todo silencio tiene su precio. Ha mostrado Ud. ser tan bárbaro y despiadado como afirman sus más duros críticos.
Ha mostrado Ud. no tener respeto por la vida, la libertad o algún valor de la civilización.
Ha mostrado Ud. ser indigno de su oficio, ser indigno de la confianza de hombres y mujeres civilizados.
Podrá lograr silenciar un hombre pero el aullido de protesta, Sr. Putin, retumbará en sus oídos por el resto de su vida.
Que Dios se apiade de Ud. por lo que ha hecho, no sólo a mí sino a la amada Rusia y su pueblo.
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